Opinión
Por Claudia Sepúlveda , 27 de junio de 2021

Resiliencia: los cinco factores claves para superar las adversidades de la vida

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Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

No hay experto en el tema relacionado con la superación de los traumas emocionales que no coincida en destacar a la resiliencia como aquella capacidad –o rasgo de personalidad– que permite a las personas hacer frente con éxito a las adversidades y traumas a las que nos vemos enfrentados en la vida y, lo más relevante, salir fortalecidos de estas experiencias negativas.

Este escrito surgió a raíz del análisis que se hizo con un grupo de estudiantes del MBA de la Universidad Austral de Chile en Puerto Montt acerca del tema de la resiliencia, hecho que motivó al autor a profundizar e investigar más al respecto, y escribir el presente artículo.

La palabra resiliencia proviene del concepto latín “resilio” que significa “rebotar”, “volver atrás”, “volver de un salto”, está tomado de la Física y expresa la capacidad de un cuerpo para volver a su forma previa, luego de haber sido sometido a una presión deformadora, y que luego, el Dr. Boris Cyrulnik lo adaptó para la Psicología y otras Ciencias Sociales con la finalidad de referirse a aquellas personas, quienes, a pesar de haber sufrido situaciones de vida muy estresantes, no son afectadas psicológicamente por estas experiencias traumáticas. Otros expertos en el tema son el Dr. Michael Rutter, la Dra. Emmy Werner y la Dra. Emily Hunter.

Ahora bien, no todas las personas están en condiciones de recibir de igual forma los golpes que les da la vida y hay sujetos que –de manera innata y hasta no hace muchos años atrás de forma desconocida– salen fortalecidos y mirando hacia el futuro de un modo esperanzador. Esta capacidad es la resiliencia o entereza personal. En rigor, ser resiliente significa permitir que la experiencia traumática nos “atraviese”, que aprendamos de ella y seamos capaces de dejar atrás el sufrimiento que nos ha causado.

Todos nosotros debemos saber –especialmente aquellos que son padres– que es posible fortalecer cada uno de los factores que la componen desde la infancia y, por esta vía, proteger y asegurar el bienestar de los hijos, por cuanto, si antes se pensaba que era una “cualidad innata”, hoy se sabe con certeza que es posible potenciarla.

En los años 90, en las investigaciones de la pareja formada por la psicóloga Sybil Wolin y del psiquiatra Steven Wolin (projectresilience.com), se pudo detectar, que niños con infancias y experiencias de vida traumáticas se convertían en adultos sanos y emocionalmente estables. Estos expertos sacaron a la luz, que los menores, en su niñez, habían creado ciertos “ritos” que los protegían de las experiencias de vida miserables que se habían vistos obligados a vivir: contarse cuentos a sí mismos en donde ellos eran los héroes, o bien, inventar juegos e historias donde sus agresores en la vida real –padres, familiares, tutores– eran derrotados por sus juguetes. De adultos estos niños tenían conciencia de lo que habían vivido, pero no guardaban rencores, mantenían vidas normales y tenían una salud mental estable.

Diversos expertos en el tema de la resiliencia han identificado cinco factores relevantes que permiten a las personas resistir y superar los traumas emocionales:

La “capacidad de hacer conexiones”: una de las claves de la resiliencia es que las personas saben pedir ayuda cuando la necesitan, en función de lo cual, mantienen una red de relaciones sociales –amigos o parientes– confiable y cercana. Pero, de la misma forma en cómo relatan a sus confidentes sus problemas y dificultades, las personas resistentes emocionalmente, asisten y dan ayuda a otros que también están sufriendo, sintiéndose muy esperanzados luego de prestar su apoyo y fortaleza a otros.

Son sujetos que no “hacen tormentas en un vaso de agua”: aún cuando estos individuos se sientan cansados por los problemas y dificultades que enfrentan, las personas más fuertes emocionalmente no se dejan vencer ni arrastrar por la idea de que están viviendo una crisis insalvable llena de problemas acumulados, sino que los enfrentan como pequeños conflictos que deben ser resueltos uno por uno, al mismo tiempo que se refuerzan a sí mismas, pensando en que han sido capaces de superar obstáculos y dificultades aún peores en el pasado.

Son capaces de “aceptar los cambios”: aquellos sujetos que se ven más afectados por los giros y dificultades que les presenta la vida, generalmente, son individuos que se apegan a normas y patrones de carácter rígidos y que no toleran de buena manera los cambios, resistiéndose a menudo ante ellos. Por el contrario, si las personas aprenden a aceptar que ciertos hechos y circunstancias no pueden ser cambiados, desde ese mismo instante redirigen sus energías hacia aquellas otras situaciones y circunstancias que sí están bajo su control y que, de paso, les permiten alcanzar las metas que se han propuesto lograr.

Se fijan “metas que son realistas”: los objetivos y metas fijadas no sólo deben ser alcanzables, sino que resulta indispensable que las personas al mismo tiempo se pongan desafíos más pequeños y que pueden ser logrados en un lapso corto de tiempo. La razón es muy simple: ello les da a estas personas la sensación de estar poniendo su vida en movimiento, les entrega automotivación y sienten que están en condiciones de asumir retos y desafíos de mayor magnitud. Ello les permite disfrutar de sus logros, aún cuando hayan experimentado algunos fracasos. Los expertos aseguran que las personas resilientes celebran con mesura sus éxitos al mismo tiempo que ven los fracasos como desafíos a superar.

Son individuos “capaces de concretar las acciones”: a menudo, las personas intentan generar una suerte de “insensibilidad” ante los problemas y dificultades que deben enfrentar, o bien, optan por no hacerse cargo de los obstáculos, pensando –de manera errada– que dichos problemas y dificultades desaparecerán. Los sujetos resilientes, en cambio, enfrentan los conflictos ofreciendo soluciones concretas, siendo capaces de tomar decisiones que se traducen en acciones o cambios en sus vidas, lo que indica que en lugar de responder de manera pasiva a los problemas, los enfrentan de manera activa e incluso, de manera proactiva, es decir, buscando anticiparse a los problemas que pudieran surgir.

Digamos, finalmente, que el “secreto” que hace más fuerte a ciertas personas por sobre otras, es, precisamente, la resiliencia, aquella capacidad que se tiene –o que se puede desarrollar– para hacer frente con éxito las adversidades y obstáculos que nos pone la vida y salir fortalecidas de dichas vivencias traumáticas, ya sea que se trate de experiencias de abuso, haber tenido un accidente de carácter grave, la muerte de un ser querido, un fracaso personal y/o profesional o una separación traumática.

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